Zona Jule

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lunes, 28 de septiembre de 2015

Odio ser la chica buena

Estoy en un punto de mi vida en donde ando por dos caminos. Mientras tanto multiplico los defectos de mi persona en una lista con tinta roja. Para muchos soy "la mujer ideal", la que no tiene defectos y un pasado tan limpio como agua cristalina. Todos dicen que debo sentir orgullo por eso pero tristemente la vida se ha encargado de hacerme ver eso como un castigo. Ha sido lo peor, no me ha permitido vivir una vida completa, completamente propia, completamente mia, por mí y para mí.

Me odio por haber sido la "chica buena" por lo decir lo que queria, por obedecer; por dejar que mis miedos impidieran hacer lo que siempre quise hacer. Odio ser la "chica buena" porque no tengo experiencias de vida, no tengo historias para contar, ni siquiera de mentiras para el entretenimiento de otros. Odio haberme portado bien, de haber hecho "lo correcto"  de no brincar etapas ni de tener una rebeldía temporera.

"Las nenas buenas van al cielo y las malas a todas partes" la frase primordial del sello de las buenas pues tenemos como rol principal ser las aburridas. Mientras que las "chicas malas" son las aventureras, con historias para contar; las que tienen muchas caidas duras pero también las mejores victorias. Son las mujeres con un pasado y aunque los hombres dicen que no son las primordiales para el matrimonio pero a la hora de la verdad son las primeras con el anillo y el traje blanco. Obvio que las buenas somos la última opción, ya que la mayoría quiere cumplir los estándares de la sociedad de tener una mujer que los "represente" pero siempre somos las últimas nunca primeras ni el mujerón que deseen ya que somos muy aburridas para eso.

Odio y odiaré siempre haber sido "la buena" ya que es un sello difícil de cargar y no se borra con nada; eres simplemente la aburrida y sumisa ante todos; las malas lo pueden borrar y decir que son cosas del pasado y que han madurado. Odio tener esa carga conmigo por el resto de mis días porque no soy "la interesante" ni tengo anéctodas para contar. Ni siquiera tengo derecho de dar opiniones  a las situaciones porque no las viví.   ¿De que me sirvió? Siempre hacer lo correcto, de no romper las reglas, de no haber hecho lo que hicieron otras. Para nada me sirvió.

Me odio y me odiaré siempre por tener este sello que ha sido la peor de todas mis maldiciones. Las malas tienen su sello y su reputación pero para las buenas como yo solo tenemos una cosa y una solamente: absolutamente nada.

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